Saturday, March 31, 2012

Virus diseñados podrían eliminar el cáncer

Lo último que cualquiera necesita es una infección viral peligrosa. A menos que tenga cáncer.

Las células cancerígenas se dividen vertiginosamente y se amontonan sobre las células vecinas produciendo tumores, una complicación que eventualmente causa la muerte. Pero ese vigor también tiene un precio: las células cancerígenas no son buenas luchadoras contra las infecciones virales y, teóricamente, un virus podría matar a dichas células sin perjudicar al paciente.

Un excelente artículo escrito para el New York Times por Rachel Nuwer describe los esfuerzos médicos realizados para utilizar los virus en la lucha contra el cáncer.

Esos esfuerzos comenzaron en el año 1951, cuando un niño de cuatro años que padecía leucemia se contagió de varicela. Su cáncer entró en remisión. Desafortunadamente, en el momento en que se retiró la varicela, la leucemia regresó y el niño falleció.

Se realizaron algunos intentos para utilizar este fenómeno para beneficiar a los pacientes. Aquellos primeros intentos resultaron fallidos; y en la década de los 60, las investigaciones se concentraron en otra clase de tratamientos.

Pero muchas cosas han pasado desde entonces. La ciencia médica realizó grandes avances en la comprensión de la genética, los mecanismos de los virus y el cáncer; y tal vez dentro de poco tiempo, algunos virus creados a medida podrían llegar a curar ciertos tipos de cánceres.

El doctor Robert Martuza, jefe de neurocirugía del Hospital General de Massachusetts y  profesor de neurociencia en la Escuela de Medicina de Harvard, comenzó a investigar el virus del herpes simple, o el HSV-1, como herramienta para combatir el cáncer en el año 1991. Martuza tomó ciertos genes de ese virus y los inyectó en un ratón con cáncer en el cerebro. A pesar de que el cáncer entró en remisión, la mayoría de los ratones murieron de encefalitis.

Por otra parte, en 1990, Bernard Roizman, un virólogo de la universidad de Chicago, descubrió un gen en el virus del herpes que una vez removido impedía el paso sobre las defensas de las células sanas, pero no de las cancerígenas. Esto demoraba  el crecimiento de las células enfermas pero no las eliminaba.

Seis años después, el doctor Ian Mohr, virólogo de la universidad de Nueva York, encontró la forma de alterar el virus que diseñó Roizman. Este virus evade el sistema inmunológico, resultando más eficaz  a la hora de matar células cancerígenas.

Pero el herpes no es el único virus reclutado en la batalla contra el cáncer. El vaccínea, virus utilizado para protegernos contra la viruela, está siendo probado actualmente para combatir el cáncer de hígado. Hasta el momento los resultados parecen prometedores y se ha logrado alargar la supervivencia de un grupo de pacientes. También se utilizan otros virus contra el melanoma y el cáncer de vejiga, cabeza y cuello.

Esto no significa que es hora de festejar. Tal y como demuestran las pruebas contra el cáncer de hígado, extender la supervivencia no es lo mismo que la curación. Y cada cáncer es diferente. Es imposible encontrar una solución mágica que funcione con todos los tipos de esta  enfermedad. Gary Hayward, virólogo del Programa de Investigación del Virus del Herpes Johns Hopkins, declaró para el New York Times que los progresos tienden a ir en aumento, mucho más que aquellos registrados durante las últimas décadas.

Por el momento, toda nueva herramienta contra el cáncer siempre es bienvenida y representa un paso hacia adelante en el camino por convertir al cáncer en una enfermedad curable.

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